domingo, 22 de febrero de 2015

Cuando llegó la electricidad


Escrito originalmente el domingo 7 de Marzo de 2004

 


Hay bastante que platicar sobre este pasaje de la historia de San Miguelito, así que probablemente no será la última vez que nos refiramos al tema. Parece que en el pueblo hubo un tiempo por la década de los años 40 y 50 en que había electricidad. Según parece, había alguien que puso una planta y surtía con ella el servicio que básicamente consistía en electricidad para focos, probablemente no en todas las casas. No se cuando ni porqué desapareció el servicio, tal vez tenga que ver con que la Comisión Federal de Electricidad se constituyó en la única empresa autorizada para generar energía eléctrica y proveer este tipo de servicios.

 
Así que por mucho tiempo la gente añoraba que llegara la electricidad al pueblo. Yo he de haber tenido unos 11 o 12 años cuando eso sucedió; es decir, hacia 1966 o 1967. Se dieron señales con bastante anticipación, pues primero fuimos testigos de cómo se tendieron las redes de alta tensión, unos 100 metros arriba de la carretera. Mucha gente iba de curiosa a ver a como los trabajadores iban levantando las torres; increíblemente altas.
 

Tiempo después se supo que cuadrillas de trabajadores de la CFE andaban ya trabajando en otros pueblos, como Santa Cruz.  En San Miguel llegaron varios meses antes, instalando postes y tendiendo los cables. A la gente le gustaba quedarse a ver con qué facilidad perforaban los hoyos y paraban los postes, para después treparse y armar la estructura metálica.

 
Algunos de los trabajadores que llegaron en esas cuadrillas se llevaron muchachas del pueblo.  Uno de ellos fue Tomás, a quien le decían “Judas”, con la salvedad de que finalmente él se quedó a vivir en San Miguel. Creo que otra muchacha que se fue en ese tiempo con un electricista fue Adelita, la hija de Don Toño y de Doña Lupe.
 

Mi tío Enrique Vizcarra andaba entre la gente que promovió la introducción del servicio. Creo que no se metía mucho en asuntos de política, pero en esa ocasión si estuvo muy interesado. Si no recuerdo mal, en ese tiempo el Delegado Municipal era Basilio Valdivia.
 

Un día llegaron unos señores de la Comisión Federal de Electricidad preguntando por mi tío y a mi me tocó guiarlos a su casa. Me quedé un ratito a escuchar lo que platicaban y los señores le dijeron que querían planear la fecha de puesta en operación del servicio.  No recuerdo si hubo algún acto especial para esto; trataré de preguntar, porque lo más probable es que si lo haya habido, pues el acontecimiento lo merecía. El caso es que un día nos encontramos con que ya teníamos electricidad.

 
Me acuerdo que en la casa mi papá instaló el cableado él mismo, poco a poco, con mucho sacrificio, porque conseguía pedazos de cable y los pegaba; en algunas partes creo que el calibre de los cables era menor a lo que se pedía; supongo que alguien después tuvo que revisar que la instalación estuviera en condiciones de operar, pero finalmente estuvimos listos para recibir esta maravilla de servicio.

 
Por un buen tiempo, el contar con alumbrado público, pese a que eran unos focos de muy reducida intensidad, propició que la gente saliera más a las calles. Ahora era posible que los muchachos pudiéramos jugar a “los encantados” con la tranquilidad de saber mejor en qué terrenos nos metíamos; también los papás dejaban salir con más confianza a las mujercitas a la calle. Recuerdo que recién inaugurado el servicio un grupo de primos y amigos nos dedicamos a recorrer el pueblo, visitando un barrio diferente cada noche; también se daban partidos de futbol en las calles.  Desafortunadamente, esta mayor vida social se fue reduciendo con el tiempo, en la medida en que se empezaron a comprar televisiones en las casas, aunque esta ya es otra historia.

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