(Escrito originalmente el 16 de Junio de 2003)
Según mis recuerdos, el Día del Padre no era algo muy celebrado en San Miguel cuando éramos niños, sobre todo si lo comparamos con las fiestas del Día de la Madre, que se festejaba ampliamente, con fuerte apoyo de los maestros de la escuela primaria. Yo recuerdo que esto me parecía un tanto injusto, porque sentía que el mérito de los papás también era muy grande; sentía también que el no dar este reconocimiento de alguna forma daba por hecho que la gran mayoría de los papás eran bastante baquetones. A lo mejor lo que sucede es que no nos había llegado el asunto de la comercialización tan fuerte como es ahora.
Estaba leyendo hace poco que fue hasta 1966 cuando en Estados Unidos hubo una proclamación por parte del presidente Johnson, quien declaró oficialmente el tercer domingo de junio como el Día del Padre. Yo supongo que ese fue un factor que generó en México una mayor aceptación para celebrar esta fiesta y hacerlo precisamente ese día. De entrada me parecía un tanto injusto que para festejar al padre se haya pensado en una fecha movible, mientras que a las mamás siempre se les celebraría el 10 de mayo, pero después pude ver que esto tenía también sus ventajas.
Ni siquiera había muchas canciones, tristes o alegres, que hicieran alguna mención de los papás. A diferencia del día de las madres, en el que los tocadiscos del pueblo tocaban durante todo el día bastantes canciones con alusión directa al amor de madre.
Una de las canciones dedicadas a las mamás que más recuerdo decía en una parte “Oh Madre querida, Oh Madre adorada” y yo, que siempre he sido muy despistado para eso de entender la letra de las canciones, pensé que decía: “Comadre querida, Comadre adorada”. Porque aparte también era común que algunas comadres se felicitaran entre sí para ese día. Otra canción que también se escuchaba mucho en el tocadiscos del pueblo era una que cantaban los Dandys, que ya de por sí eran muy populares.
Años después surgió una canción sudamericana que creo se llama “Mi viejo” y que en una parte dice “Es un buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando, tiene la tristeza larga, de tanto venir andando…”. Incluso la grabó Vicente Fernández algunos años después, pero la verdad es que la letra no me parecía muy cercana a la forma en que en México, y sobre todo en mi pueblo, podríamos hablarles o referirnos a los papás. Un tiempo después salió otra canción, creo que de Lorenzo de Monteclaro que habla de “ese señor de las canas, que en las buenas y en las malas siempre supo responder”. Siento que esa canción si se quedó más en el gusto de la gente, a pesar de que es muy triste, sobre todo en el verso que dice:
Por señas tiene ojos tristes,
herido su corazón,
es viejo y de pelo blanco,
su mirada puro amor.
Así que la fiesta en casa, ese día de los padres, tal vez consistiría simplemente en incorporar a la comida un refresco. Un refresco que varios de los hijos compraríamos, llevaríamos a la mesa y los pondríamos en el centro, con lo cual para nosotros ya daba una imagen de fiesta. Probablemente unas flores de tulipán o de laurel servirían para adornar las botellas y que se vieran más bonitas.
No recuerdo que hayamos podido regalarle algo a mi papá cuando yo era niño, ni siquiera una cajita de pañuelos, que realmente eran baratos. Sucede también que no había muchas cosas que en las tiendas del pueblo promocionaran para ese día, contrario a lo que sucedía para el Día de las Madres, aunque visto a la distancia uno se da cuenta de que lo que les regalábamos a las mamás eran en realidad cosas para la casa y no para ellas.
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