Escrito originalmente el domingo 12 de Agosto de 2007
Ya en otra parte de mis apuntes he mencionado que en San Miguel la gente se apoyaba mucho para hablar en frases
hechas. Muchas de estas frases eran refranes y en algunos casos algo que podría
llamarse dichos populares.
Pero estos refranes y dichos
populares no solamente le daban a la gente los elementos con los que construía
su discurso, sino que eran reflejo de una forma de ver la vida y un conjunto de
creencias compartidas.
Algunas de estas frases constituían
juegos de palabras que a mí me costaba trabajo entender; se me ocurre que había
otras personas que tampoco entendían bien el significado de cada palabra, pero
compartían un mismo valor o significado general a la frase, que era lo más
importante. Esto pasa por ejemplo con el refrán aquel de que “El que porfía
mata venado”, yo por mucho tiempo no supe lo que significaba la palabra
“porfía”, pero entendía que era algo equivalente a actuar con terquedad para
conseguir algo; igualmente, la primera vez que escuché el refrán de “Camarón
que se duerme se lo lleva la corriente”, yo no lo entendí muy bien, porque
solamente había visto los dibujos de los camarones en las cartas de lotería y
siempre había pensado que se cosechaban en el mar, en donde no hay corrientes.
Cuando la gente platicaba y llegaba a
algún punto de desacuerdo, la mención de algún dicho o refrán era un argumento
de peso, contra el cual era muy difícil rebatir. Eso lo observé en muchas ocasiones en las
discusiones entre mi papá y mi mamá. Nadie sabía de dónde venían esas
expresiones, pero a nadie parecía preocuparle y eran tomadas como principios
universales que más valía tomar en cuenta. Por supuesto que estos refranes
también eran muy útiles para darles consejos a los hijos.
Seguramente todos los días la gente
tomaba decisiones importantes de su vida con base en lo que aconsejaban estos
refranes y dichos. Conozco muchos de ellos, pero trataré de anotar aquellos que
recuerdo que se mencionaban más en la casa o en el pueblo.
“A caballo regalado no se le ven los
dientes”
“A Dios rogando y con el mazo dando”
“A donde fuereis, haz lo que viereis”
“Agua que no has de beber, déjala
correr”
“Al buen entendedor pocas palabras”
“Al que madruga Dios lo ayuda”
“Cría cuervos y te sacarán los ojos”
“De limpios y de tragones están
llenos los panteones”
“Dime con quién andas y te diré quién
eres”, o su variante: “El que con coyotes anda, a aullar se enseña”.
“De granito en granito llena la
gallina el buche”.
“De la familia y del sol, entre más
lejos mejor”
“De tal palo, tal astilla”
“Del plato a la boca a veces se cae
la sopa”
“El pez por su boca muere”
“El que a buen árbol se arrima, buena
sombra lo cobija”
“El que mucho abarca, poco aprieta”
“El que nace pa´tamal, del cielo le
caen las hojas”
“El que por su gusto es buey, hasta
la coyunda lambe”. Obviamente lo correcto es decir “lame”, pero en el pueblo el
verbo que usábamos era “lamber”.
“El que nace pa´maceta no pasa del
corredor”
“El que por otro pide, por sí mismo
aboga”
“El que se fue a la Villa , perdió su silla”
“En casa del herrero, azadón de palo”
“La cabra siempre tira al monte”
“Más vale pájaro en mano que ver un
ciento volar”.
“Más vale paso que dure y no trote
que canse”
“Más vale que digan aquí corrió, que
aquí quedó”
“Ni tanto que queme al santo, ni
tanto que no lo alumbre”
“No hagas cosas buenas que parezcan
malas”. Que a veces se complementaba con la contraparte “ni cosas malas que
parezcan buenas”.
“No hay mal que por bien no venga”
“No se puede repicar y andar en la
procesión”
“No se puede chiflar y comer pinole”
“No tiene la culpa el indio, sino el
que lo hace compadre”
“Ojos que no ven, corazón que no
siente”
“Piensa mal y acertarás”
“Tanto va el cántaro al agua, hasta
que se queda adentro”
La gente no se daba cuenta, o tal vez
pretendía no hacerlo, pero había algunos refranes que contradecían lo planteado
por otros; esto se resolvía simplemente apelando a aquel refrán que mejor se
acomodaba a lo que uno quería. Por ejemplo, contra lo establecido por el ya
mencionado de “Al que madruga Dios lo ayuda”, está otro que dice que “no por
mucho madrugar amanece más temprano”.
Los refranes y dichos también
reflejaban la forma de ser abnegada y resignada de la gente de mi pueblo, a la
que ya me he referido. Así que era
frecuente que ante situaciones adversas la gente dijera simplemente “No hay mal
que por bien no venga” o “Dios aprieta, pero no ahorca”.
No sé si alcancen la categoría de refranes
o simplemente dichos, pero otras frases que se usaban bastante en mi pueblo:
“Cuando no hay lomo, de todo como”
“Dios los cría y ellos se juntan”
“El comal le dijo a la olla…”
“El miedo no anda en burro”
“El que da y quita, con el diablo se
desquita”
“El que tenga tienda, que la atienda”
“El sordo no oye, pero compone”
“Es igual “atrás”, que “en ancas”
“Esto es mole de oreja, el que quiere,
bueno, y el que no, lo deja”
“Hay veces que nada el pato y hay
veces que ni agua bebe”
“Juntos pero no revueltos”
“La burra no era arisca, la hicieron”
“La cáscara guarda al palo”
“Más seguro, más marrao”
“Panza llena, corazón contento”
“Pistola, caballo y mujer, tener
bueno o no tener”
“Salud, dinero y amor”
Una categoría aparte vendrían siendo
las frases que la gente decía simplemente para expresar un estado de ánimo,
pero que finalmente se usaban en forma cotidiana y difícilmente podría entender
su significado una persona que no estuviera familiarizada. Algunos ejemplos:
“!A lo que te truje, Chencha!”
“A ver de cual cuero salen más
correas”
“¡Hasta que llovió en Sayula!”
“¡Hijos de María Morales!”
“Hablando del Rey de Roma… y el que
se asoma”
“Házte que la virgen te habla”
“No la chifles, que es cantada”
“No te arrugues cuero viejo, que te
quiero pa´tambor”
“Ni máiz paloma”
“Viejos son los cerros y todavía
reverdecen”
“¡Y ora es cuando chile verde, hay
que dar sabor al caldo!”
“¡Y no te arrugues cuero viejo, que
te quiero pa´tambor!”
“¡Ya estarás, jabón de olor, ni que
perfumaras tanto”
Recuerdo que cuando ya más grande
empezábamos a salir del pueblo una cosa que nos llamaba la atención era que en
otros pueblos se utilizaran algunas frases muy comunes de nuestra habla, frases
que pensábamos que eran propias de nuestro pueblo. Por ejemplo: “Hazte como
dijo El Indio”. Que en realidad significaba “Hazte pendejo”, una frase muy
comúnmente utilizada por Tomás Rodríguez, a quien le decíamos “El Indio”.
Yo cada vez veo menos uso de refranes
y dichos populares, pero no estoy seguro si esto se debe a que en las últimas
tres décadas he vivido fuera de San Miguel. Tal vez ahí en el pueblo estas
frases sigan utilizándose todos los días y marquen rumbos y ritmos en las vidas
de sus habitantes.
La manzana podrida no pierde su compañía
ResponderEliminar