domingo, 1 de marzo de 2015

El día en que llegó el progreso



Escrito originalmente el domingo 22 de febrero del 2004.






La semana pasada que estuve en Colima, platicamos bastante con nuestra anfitriona, acerca del crecimiento que ha tenido esa ciudad en los últimos años.  En tono de broma, mencionó que el progreso de la ciudad era tanto, que ya hasta tenían un Mc Donnald´s. Entonces yo mencioné que también en mi pueblo había sido todo un acontecimiento el día en que llegó por primera vez el Pan Bimbo.

Pienso que yo debía haber tenido unos 7 u 8 años, lo que significa que esto fue hacia 1962 o 1963, Obviamente no recuerdo los detalles, pero tengo idea de que iba saliendo de la casa cuando ví que se acercaba una camioneta de las que distribuyen el Pan Bimbo. Corrí a la tienda de mi tía Félix para estar a tiempo a la hora en que llegó el repartidor. Había unas dos personas ahí cuando el agente se presentó y propuso a mi tía que dejara una dotación de pan para su venta. Tanto mi tía como los parroquianos pusieron su mejor cara de circunspección, tratando de que quedara muy claro que ellos ya sabían lo que era este tipo de pan. 

Para tratar de que se animara mi tía, el repartidor abrió un paquete de pan tostado y empezó a repartir unas piezas entre la gente, a mí me tocó también hacer la prueba.  Una de las clientes que estaban ahí con la mayor elegancia se llevó el pan a la boca y después hizo un gesto asintiendo y respaldando la calidad de lo que había probado. A mí me dio la impresión de que estaba fingiendo, porque realmente a mí no me gustó, pienso que porque estábamos acostumbrados al pan dulce que llevaban de Poncitlán. Debo aclarar tal vez que en esa ocasión la camioneta llevaba solamente la línea de pan de Bimbo, no incluía los pastelitos de Marinela, ni tampoco la línea de pan de la Tía Rosa, que salió después.

Fueron unos momentos de nerviosismo, que a mí me parecieron muy largos, en los que mi tía Félix también probó el pan y, después de reflexionarlo unos minutos, finalmente dio el esperado sí para que el repartidor dejara sus productos. Para mí eso era muy importante, pues significaba que mi pueblo podía decir que entraba a una nueva etapa de modernidad. Por varios días el pan Bimbo fue una de las principales atracciones en la tienda, aunque yo diría que a la mayor parte de la gente no le gustó el pan al principio.

Así como en esa ocasión, la gente de mi pueblo siempre estuvo lista a tratar de incorporarse a los elementos de la vida moderna. Cuando mi tía Félix llevó también el primer aparato de sonido, ella dijo muy seria a algunos hombres del pueblo que lo había comprado con la idea de impulsar el desarrollo de la comunidad.  Habría luego otros logros mayores, como la entrada del agua potable y la electricidad, de lo cual platicaré en una próxima ocasión.

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