jueves, 5 de noviembre de 2015

Calendarios mexicanos

Escrito originalmente el 30 de agosto de 2008


Siempre me ha parecido interesante saber de dónde le llegaban los conocimientos a la gente de mi pueblo, por ejemplo los que tenían que ver con la medición de los tiempos y la determinación de las mejores fechas para tareas importantes, como por ejemplo sembrar, recoger cosechas, plantar un árbol, Etc.

En todo esto había obviamente una relación con las fases de la luna, de las que la gente de antes estaba muy al pendiente, por eso siempre he dicho que en nuestro pueblo y en nuestra generación volteábamos constantemente al cielo.

La gente ponía mucha atención al clima de los primeros 12 días del año, tiempo de las famosas cabañuelas, pues se tenía la convicción de que el clima de cada uno de esos días representaba como estaría el clima durante el mes correspondiente. Por ejemplo, el clima del día 9 de enero representaría el clima del mes de septiembre.

Algunas personas de mi pueblo eran consideradas sabias en este tema y tomadas en cuenta (muchas veces sin que ellos lo supieran) en momentos de decisiones importantes, como la hora de sembrar.  Esto sucedía especialmente en la siembra de temporal, en la que había que tratar de adivinar cuando empezarían a normalizarse las lluvias. Había también algunos cultivos, por ejemplo de hortalizas, que dependían mucho de saber si no iba a haber heladas que acabaran con las plantas o redujeran fuertemente la producción.

Recuerdo que en el verano había un período de tiempo, más o menos a finales de julio y principios de agosto, al que llamaban “la canícula”. Yo nunca entendí muy bien en qué consistía y cuánto duraba, pero si me acuerdo que la gente explicaba con eso la existencia de un período de tiempo en que había más enfermedades del estómago y otras situaciones. “Es que ya entró la canícula, decían”. A mi me daba la impresión de que los problemas de salud se debían más bien a tanta mosca, a que en esas temporadas las vacas comían muchas yerbas raras - y eso se reflejaba en la calidad de la leche- así como al incremento del calor húmedo.

Parece que en realidad la palabra “canícula” se relaciona con los días de mayor calor. También coincide con los días de agosto en que “hace un veranito”, es decir, que deja de llover por algunos días y por tanto se incrementa el calor; los días de este veranito a veces se hacen demasiados y agarran a la milpa en pleno crecimiento. Después supe que la palabra “canícula” viene desde tiempos inmemoriables y al parecer era una palabra que usaban ya los romanos y tenía relación con la constelación Can Mayor, que en esa época del año tenía una determinada posición en el cielo.

La gente se apoyaba mucho en los calendarios que distribuían en las tiendas a los clientes más frecuentes. Y es que los calendarios en ese tiempo no solamente se usaban para saber en qué día vivíamos; eran tomados muy en cuenta para asignarles nombres a los recién nacidos y también para conocer las fechas en que se iban a presentar las diferentes fases de la luna, o conocer con anticipación el día en que iban a caer las fechas más importantes del año.

Había un calendario muy famoso que todavía se sigue publicando: El Calendario del Más Antiguo Galván, que se publica desde el siglo XIX y que al parecer dio continuidad a otro calendario que ya se publicaba antes. 

En este calendario se explicaba, y se sigue explicando, con detalle cuando iniciaban las estaciones, cuando había eclipses, cuáles eran las principales festividades, tanto cívicas como religiosas, las ya mencionadas fases de la luna, Etc.

En realidad era un calendario muy barato, pero había que aprovechar una visita a Guadalajara para comprarlo y, por supuesto, la gente tenía otras prioridades más inmediatas, como comer, calzar o vestirse. 

Los calendarios que más me gustaban –y me siguen gustando- eran unos que producía una empresa que se llamaba Galas de México. Según he leído, la etapa en que se dio una mayor producción de esta empresa fue entre 1930 y 1960, aunque todavía se ven muchos calendarios con esas litografías que presentan cuadros muy nacionalistas, de pintores como el jalisciense Jorge González Camarena y el chihuahuense Jesús Helguera.

A mí me fascinaban de esos cuadros los detalles con que se recogía la realidad de la vida rural (en aquel tiempo la mayor parte de la población vivía en localidades pequeñas) y sobre todo la forma de realzar nuestras bellezas y el amor por nuestra patria. Algunas imágenes que he podido encontrar de estos calendarios me parece que hacían un excelente llamado a nuestro nacionalismo, resaltando símbolos que nos dan identidad, como la bandera, la Virgen de Guadalupe y el traje de charro. 

Por cierto que había algunos que me parecían que combinaban estas imágenes con otras más perturbadoras, pues las mujeres de estos cuadros no solamente eran bonitas, sino muy sensuales.

Según recuerdo, la mayor parte de los calendarios llegaban con anuncios de empresas cigarreras, como La Tabacalera Mexicana, Cigarrera La Moderna o Cigarros La Libertad. Esto era así porque estas empresas apoyaban a los comerciantes que distribuían sus productos obsequiándoles o dejándoles a buen precio los calendarios. Pero a veces esos mismos calendarios eran mandados hacer directamente por los dueños de tiendas, y hasta mi tío Lupe y mi tía Félix llegaron a mandar hacer calendarios bonitos.

Jesús Helguera tenía una serie de cuadros relacionados con nuestro pasado prehispánico, quizá los más famosos eran los que representaban las montañas del Popocatépetl y el Ixtacíhuatl

Además de que resaltaban nuestros mayores valores, me gustaba que estos cuadros ilustraban momentos cotidianos, que nos parecían cercanos y familiares. Recuerdo como me gustaba fijarme en los detalles de cuadros como éste de El Rebozo, donde pueden verse animalitos y objetos con los que nosotros crecimos, además de la forma tan clara con que Helguera retrató el orgullo de un hombre por poderle comprar un rebozo a su mujer, así como el sincero júbilo de ella por recibir un regalo, aunque pudiera parecernos muy modesto.

Aunque pareciera un poco contradictorio, a través de estos cuadros yo empecé a percibir que México en realidad era un país con una diversidad de regiones y de culturas.



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