jueves, 5 de noviembre de 2015

Los tocadiscos públicos

Escrito originalmente el 15 de agosto del 2004














El tema propuesto se me ocurrió porque hoy por la mañana vi en una tienda de Walmart un disco de Chelo, una cantante que en San Miguel fue muy conocida, pues mi tía Carmen Rojas tocaba sus discos casi todos los días.

Ya en otras ocasiones he mencionado algo de la importante función que jugaban, y siguen jugando, los micrófonos en nuestro pueblo. Platiqué cómo mi tía Félix compró uno de estos aparatos convencida de que con ello se impulsaría el progreso de San Miguel.  Al escribir esto estoy reviviendo en mi memoria algunas escenas de los primeros días en que se tuvo el dichoso aparato.  Mi tío Beto instaló la bocina sobre un tubo en el techo de la tienda, para ganar altura y de esta manera tener una cobertura de todo el pueblo con el sonido.

Mi tía aprendió a usar el aparato y lo instaló en un rinconcito de la tienda. Estableció una tarifa por disco tocado y anuncio emitido. Pronto empezaron a llegar toda clase de clientes, siendo principalmente los borrachos que querían escuchar sus canciones favoritas y/o dedicárselas a sus compañeros de parranda; los parientes de los cumpleañeros, que deseaban felicitarlos; los enamorados, que igualmente querían poner la canción que podía enviarle un mensaje a la novia. Regularmente este mensaje de los enamorados era de amor, pero no era raro que cuando las cosas dejaban de marchar bien, los novios despechados o traicionados hicieran uso de este medio de comunicación para descargar su inquina contra la dama.

La parte de este negocio que tal vez tuvo que ver con el progreso del pueblo se relacionaba con los anuncios de tipo comercial que se hacían por este medio. Anuncios del tipo de: “Se les anuncia a todo el pueblo en general, que en la casa del Sr. Fulano de Tal les estarán ofreciendo mañana carne de puerco, y para el mediodía unos sabrosos chicharrones”. O aquel de “en la casa de la señora fulana de tal les están ofreciendo pozole y cena, todo muy rico y muy bien preparado, con su refresco al gusto de cada persona…”

Otros usos también más de provecho eran aquellos con los que se llamaba a los jugadores de futbol o de baseball para que se reunieran, porque iban a salir a jugar. O las convocatorias a juntas por parte de los ejidatarios o del pueblo en general para algún asunto de interés común.  Pensándolo bien, efectivamente este instrumento podía dar algunos beneficios para el progreso del pueblo.

El procedimiento típico era que mi tía ponía un disco y se ponía a despachar en la tienda; al terminarse la canción, mi tía corría al aparato y quitaba la aguja, (no sin producir un ruido bastante estruendoso) luego daba vuelta al volumen del micrófono y le soplaba para probar que estaba funcionando bien, para enseguida aventarse el mensaje. Ni que decir que en ocasiones mi pobre tía no se daba abasto con esta doble actividad y empezaba a renegar; había veces que el disco se acababa y se quedaba dando vueltas, hasta que mi tía tenía oportunidad de dejar lo que estaba haciendo y quitarlo.

Las quejas de los clientes no se hacían esperar, porque además luego mi tía no podía tocar los discos en la secuencia que ellos querían. Había quienes se aferraban en tocar pura música de un solo cantante durante varias horas del día. Ahora me admiro de que la gente no protestara, porque todo mundo tenía que soplarse las canciones de Chelo Silva, Javier Solís, Los Dandys y otros artistas, simplemente porque alguien andaba decepcionado y tenía para pagar los 10 pesos que costaba la hora. Una escena común era que llegaba a la tienda un niño para pedirle a mi tía, de parte de sutanito, que le pusiera un determinado disco, y que pasara un mensaje para que todo el pueblo lo escuchara. 

Yo creo que mi tía pronto se dio cuenta de que su idea tenía muchos inconvenientes. Para acabarla de amolar, luego empezaron a surgir las burlas por algunos errores que mi tía cometía al anunciar. Por ejemplo: ya mencioné que decía “se les avisa a todo el pueblo...”. También cuando anunciaba juntas terminaba el mensaje diciendo “... no dejen de faltar”. Obviamente lo contrario de lo que se esperaba.


Pero, con todos estos asegunes, nuestra época de niñez y juventud estuvo muy ligada a estos aparatos.  Muchos novios seguramente disfrutaron por la noche la música que se expandía por el pueblo, como el perfume de las flores y de los árboles. Algunas canciones que recuerdo en este momento que a mí me recordaban el que había que ir a ver a la novia eran por ejemplo las de “Esta noche voy a verla…” de Juan Gabriel; ahorita recordé otra de los Freddys que en la letra decía… “… yo nada quiero del mundo, si estoy cerquita de ti, contigo lo tengo todo y tu me tienes a mí. Por eso todas las noches me voy en busca de ti, y te encuentro por la calle, casi viniendo hacia mí.” 

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