El tema propuesto se me ocurrió
porque hoy por la mañana vi en una tienda de Walmart un disco de Chelo, una
cantante que en San Miguel fue muy conocida, pues mi tía Carmen Rojas tocaba
sus discos casi todos los días.
Ya en otras ocasiones he mencionado
algo de la importante función que jugaban, y siguen jugando, los micrófonos en
nuestro pueblo. Platiqué cómo mi tía Félix compró uno de estos aparatos
convencida de que con ello se impulsaría el progreso de San Miguel. Al escribir esto estoy reviviendo en mi
memoria algunas escenas de los primeros días en que se tuvo el dichoso
aparato. Mi tío Beto instaló la bocina
sobre un tubo en el techo de la tienda, para ganar altura y de esta manera
tener una cobertura de todo el pueblo con el sonido.
Mi tía aprendió a usar el aparato y
lo instaló en un rinconcito de la tienda. Estableció una tarifa por disco
tocado y anuncio emitido. Pronto empezaron a llegar toda clase de clientes,
siendo principalmente los borrachos que querían escuchar sus canciones
favoritas y/o dedicárselas a sus compañeros de parranda; los parientes de los
cumpleañeros, que deseaban felicitarlos; los enamorados, que igualmente querían
poner la canción que podía enviarle un mensaje a la novia. Regularmente este
mensaje de los enamorados era de amor, pero no era raro que cuando las cosas
dejaban de marchar bien, los novios despechados o traicionados hicieran uso de
este medio de comunicación para descargar su inquina contra la dama.
La parte de este negocio que tal vez
tuvo que ver con el progreso del pueblo se relacionaba con los anuncios de tipo
comercial que se hacían por este medio. Anuncios del tipo de: “Se les anuncia a
todo el pueblo en general, que en la casa del Sr. Fulano de Tal les estarán
ofreciendo mañana carne de puerco, y para el mediodía unos sabrosos
chicharrones”. O aquel de “en la casa de la señora fulana de tal les están
ofreciendo pozole y cena, todo muy rico y muy bien preparado, con su refresco
al gusto de cada persona…”
Otros usos también más de provecho
eran aquellos con los que se llamaba a los jugadores de futbol o de baseball
para que se reunieran, porque iban a salir a jugar. O las convocatorias a
juntas por parte de los ejidatarios o del pueblo en general para algún asunto de
interés común. Pensándolo bien,
efectivamente este instrumento podía dar algunos beneficios para el progreso
del pueblo.
El procedimiento típico era que mi
tía ponía un disco y se ponía a despachar en la tienda; al terminarse la
canción, mi tía corría al aparato y quitaba la aguja, (no sin producir un ruido
bastante estruendoso) luego daba vuelta al volumen del micrófono y le soplaba para
probar que estaba funcionando bien, para enseguida aventarse el mensaje. Ni que
decir que en ocasiones mi pobre tía no se daba abasto con esta doble actividad
y empezaba a renegar; había veces que el disco se acababa y se quedaba dando
vueltas, hasta que mi tía tenía oportunidad de dejar lo que estaba haciendo y
quitarlo.
Las quejas de los clientes no se
hacían esperar, porque además luego mi tía no podía tocar los discos en la
secuencia que ellos querían. Había quienes se aferraban en tocar pura música de
un solo cantante durante varias horas del día. Ahora me admiro de que la gente
no protestara, porque todo mundo tenía que soplarse las canciones de Chelo
Silva, Javier Solís, Los Dandys y otros artistas, simplemente porque alguien
andaba decepcionado y tenía para pagar los 10 pesos que costaba la hora. Una
escena común era que llegaba a la tienda un niño para pedirle a mi tía, de
parte de sutanito, que le pusiera un determinado disco, y que pasara un mensaje
para que todo el pueblo lo escuchara.
Yo creo que mi tía pronto se dio
cuenta de que su idea tenía muchos inconvenientes. Para acabarla de amolar,
luego empezaron a surgir las burlas por algunos errores que mi tía cometía al
anunciar. Por ejemplo: ya mencioné que decía “se les avisa a todo el pueblo...”.
También cuando anunciaba juntas terminaba el mensaje diciendo “... no dejen de
faltar”. Obviamente lo contrario de lo que se esperaba.
Pero, con todos estos asegunes,
nuestra época de niñez y juventud estuvo muy ligada a estos aparatos. Muchos novios seguramente disfrutaron por la
noche la música que se expandía por el pueblo, como el perfume de las flores y
de los árboles. Algunas canciones que recuerdo en este momento que a mí me
recordaban el que había que ir a ver a la novia eran por ejemplo las de “Esta
noche voy a verla…” de Juan Gabriel; ahorita recordé otra de los Freddys que en
la letra decía… “… yo nada quiero del mundo, si estoy cerquita de ti, contigo
lo tengo todo y tu me tienes a mí. Por eso todas las noches me voy en busca de
ti, y te encuentro por la calle, casi viniendo hacia mí.”
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